Sostienen algunos antropólogos con el profesor Campillo Alvarez a la cabeza que fue gracias al ensanchamiento de la cadera de la mujer, que pudo crecer el cráneo y por tanto el cerebro humano y como consecuencia nuestros ascendientes pudieron ganar en inteligencia. Esta escultura es un homenaje a la mujer, a su fundamental aportación a la inteligencia de la especie, muestro aquí una mujer embarazada, que en el ejercicio de su exclusiva libertad quiere y está decidida a la supervivencia de la especie y por eso muestra su vientre con valentía, decisión y orgullo. He pretendido y no sé si lo he conseguido mostrar eso con su pose y su cabeza erguida. Con esta escultura busco evocar la fuerza y gracia innata de lo natural y lo humano, con formas suaves y ondulantes talladas en la madera de cedro al natural. Cada curva está diseñada para representar resiliencia y fluidez, un tributo a la continuidad de la vida. Esta pieza no solo embellece el espacio, sino que también propaga una sensación de calma y reflexión a través de su presencia orgánica.